29.3.09

Reflexiones

Concha Boyer nos ha escrito una carta para ayudarnos a todos a enfocar el viaje.

Os la dejo aquí .

Por supuesto, no dudéis en hacer vuestros comentarios.



En estos días preparatorios para el viaje a los campamentos saharauis, parece que lo que más nos preocupa es qué cosas llevar, regalar, aportar. También cómo hacerlo. ¿Cada uno lleva regalos a la familia donde se va a alojar? ¿Mejor aportar a la comunidad? ¿Qué? ¿Dinero? ¿Comida? ¿Radios? ¿Pilas? …

Llevo un par de horas buscando en Internet lo que pudiera resultar más necesario, más urgente, menos pesado, más pequeño, lo que genere menos diferencias entre ellos, … Y de pronto me pregunto si es éste el objetivo del viaje. Parece que todos sentimos una necesidad compulsiva de mejorar la situación de aquellas gentes, es decir, inmediata, puntual y definitiva. Y nuevamente, como cada vez que hablo, pienso u oigo discutir sobre estas cosas, me asalta la necesidad de mantener la cabeza fría, de no dejarme llevar por los sentimientos. Siento la urgencia de volver atrás, recapitular y recordar las finalidades de este proyecto.


  1. Desde mi punto de vista, la primera finalidad es toparnos con la experiencia de unas vidas que se parecen muy poco a las nuestras, con la nobleza, el sufrimiento, pero también con la dignidad de un pueblo que lleva luchando por lo que considera justo desde hace 30 años en condiciones tan precarias que al ponernos en su piel, dudamos de que nosotros, en su situación, fuéramos capaces de no renunciar a los mismo objetivos.

Tenemos pues un objetivo egoísta: aprender de ellos. Aprender a sobrevivir prescindiendo de lo que, desde nuestra vida acomodada, consideramos imprescindible; aprender que eso ha sido posible porque han sabido vivir en comunidad, atender las necesidades básicas y desatender todo lo superfluo, ser igualitarios, repartir lo que tienen entre todos, mirar al futuro, formarse y tener muy claro que o se salvan todos o no se salva nadie. Desde el mundo en el que vivimos, donde el sálvese quien pueda es el lema imperante, TENEMOS MUCHO QUE APRENDER DE ELLOS.


  1. Vamos a visitar un pueblo con una cultura, tradiciones, costumbres, arte y formas de vida totalmente diferentes a las nuestras y eso no lo podemos desperdiciar. Ser pobres económicamente no significa que no tengan nada que enseñarnos. Vamos a ir con los ojos y los poros de la piel bien abiertos para absorber todo lo que nos van a ofrecer de ellos mismos. En justa correspondencia, también nosotros les vamos a ofrecer nuestras formas de ver la vida, nuestras tradiciones, nuestra música, nuestros juegos. VAMOS A CONVIVIR CON ELLOS Y VAMOS A INTERCAMBIAR NO TANTO LO QUE TENEMOS COMO LO QUE SOMOS.


  1. Sin embargo, sabemos que ellos necesitan de nosotros. Necesitan cosas materiales pero también que la gente, nosotros, conozcamos su situación, sepamos que están ahí, que necesitan apoyo desde nuestro entorno. Que las organizaciones internacionales sean conscientes de que la población está con ellos porque su causa es justa. Además de todo lo material, ellos necesitan que seamos su voz, que difundamos su situación, que en nuestras conciencias esté presente que existen y cuál es su situación. NECESITAN NUESTRO COMPROMISO.


  1. Y este compromiso va mucho más allá de las chucherías que les podamos llevar y que no van a ser sino un grano de arena en comparación con sus necesidades. Por eso, más que preocuparnos de lo poco que vamos a poder aportar en un viaje, deberíamos pensar que con él iniciamos un compromiso que ha de extenderse a lo largo del tiempo, a la vuelta de nuestra visita. Se tratará de buscar vías para apoyarles desde aquí: recolección de dinero, ropa, comida, objetos necesarios con el fin de que las organizaciones que se encargan de hacer los envíos, lo trasladen. Se tratará también de sensibilizar a nuestros conocidos sobre éste u otros problemas. Se tratará, en fin, de comprometernos real y sostenidamente. Con todo esto no quiero decir que debamos ir con las manos vacías pero tampoco debemos pensar que es la única oportunidad que vamos a tener para colaborar.


  1. Por último, me gustaría recordar que no se trata de ayudar a las familias en donde estemos alojados. Eso, al fin y al cabo, es meramente azaroso. Ellos sobreviven gracias a que todo lo que tienen está al servicio del que lo necesita, de que la ayuda que reciben se canaliza a través de proyectos que permiten solucionar algunos problemas o, por lo menos paliarlos. Será mejor, por lo tanto, que nuestras aportaciones vayan destinadas a estos proyectos de mejora y supervivencia de la comunidad en su conjunto.



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